Nuestra historia

En 1989, en medio del conflicto armado, un grupo de mujeres empresarias y profesionales, preocupadas por la situación del país y sobre todo de la mujer, se juntaron para buscar proyectos y programas que pudieran contribuir a su desarrollo en El Salvador.

Al analizar la situación social y económica de la mujer rural, nos dimos cuenta de que por su bajo grado de escolaridad presentaban muchas dificultades para obtener un trabajo digno y, por ende, sustento para su familia.

Con las consecuencias de la guerra y a dos años de la firma de los Acuerdos de Paz, el país veía una esperanza de desarrollo en el movimiento de la globalización. Este desarrollo, al estar basado en el uso de nuevas tecnologías, totalmente inaccesibles para la mujer de baja o nula educación, dejaría a esta y su familia fuera de este proceso. Adicionalmente, se buscaron otros temas que limitaban a la mujer a desarrollar su potencial, a educarse, a cuidar de su salud física y mental que le obstaculizaban alcanzar sus sueños. Se concluyó que la desnutrición causada por maternidad temprana y múltiples partos también incidía en las deficiencias de visión y en la incidencia de ceguera.

Así nació el programa de Salud Visual para la Mujer de escasos recursos y su familia, con el objetivo de brindar una herramienta de desarrollo y esperanza para una vida mejor.

Fudem inició con una caja de pruebas, una persona contratada, recursos muy limitados, pero muchas y grandes ilusiones. Recibíamos donativos del exterior con miles de lentes usados, los cuales se clasificaban por visión sencilla, multifocales, hombres y mujeres. Esto significaba tener un inventario gigantesco de diferentes opciones, las cuales sincronizábamos lo mejor posible con la necesidad de cada paciente, pero no llegábamos a la solución ideal. En cada campaña de Salud Visual que realizábamos en medio de la guerra, había una demanda muy fuerte de lentes bifocales en la población mayor, prácticamente imposible de atender, a pesar de los miles de anteojos que se llevaban.

Instalábamos clínicas móviles en municipios de mayor pobreza, haciendo convenios con alcaldías, escuelas e iglesias, capacitando trabajadores sociales, educadores y ONG’s para identificar a la población con deficiencias. Los pacientes eran vistos allí mismo y sus necesidades de anteojos resueltas. La creciente demanda nos llevó a producir anteojos personalizados en laboratorios locales y luego a incursionar en nuestra propia producción.

Esta demanda nos impulsó a la apertura de la primera clínica de Fudem en la colonia Flor Blanca en San Salvador, en el año 2003 y a establecer un servicio permanente de optometría, oftalmología, cirugía ocular y servicios de las subespecialidades más pertinentes. Las cirugías oculares requerían exámenes de laboratorio clínico con altos costos para los pacientes; debido a ello se creó el laboratorio clínico que incluía muchos otros exámenes preparativos para cirugía de cataratas.

La demanda de servicios de todas las regiones del país nos acercó a las diferentes poblaciones y a inaugurar nuevas sucursales en Soyapango, Lourdes, Apopa, Ciudad Merliot, Centro Médico Escalón, Sonsonate, Santa Ana y San Miguel y a montar clínicas móviles en 256 de los 262 municipios, cubriendo así los 14 departamentos del país.

A su vez, incursionamos en el mercado de empresas privadas e instituciones estatales cuyos empleados necesitaban anteojos. Instalamos las clínicas en estos establecimientos, ahorrándole al empleado y a la institución tiempo y dinero.

Las necesidades visuales de la población infantil justificaron la creación de la unidad de pediatría, equipada y decorada para que los niños se pudieran relajar y jugar y el programa de Ventanitas de Luz, el cual se dirige a los niños de los municipios más pobres del país.

En 30 años, Fudem ha recibido donativos de Charity Vision, See International y Vosh de Estados Unidos. Desde Alemania se han recibido donativos de Christofel Blinden Mision y localmente de USAID, Fusal y Fundación Gloria de Kriete.

En este tiempo se han atendido más de 7 millones de consultas; se han realizado más de 72,000 cirugías de cataratas, pterigiones, vitrectomías, oculoplástica, entre otras; se han atendido a 1.6 millones de niños y se han entregado más de 2.1 millones de anteojos.

Actualmente, en Fudem contamos con nueve sucursales, tres programas sociales que son el corazón de nuestro propósito, laboratorio clínico, laboratorio óptico con equipo moderno de la más alta tecnología y capacitación continua para nuestros todos nuestros colaboradores.

Nuestro lema es iluminar la vida de los salvadoreños, prevenir la ceguera y resolver las posibles deficiencias visuales.

Fudem ha impactado la vida de tres generaciones salvadoreñas, cambiando sus vidas, brindándoles herramientas de aprendizaje y autoestima a muchos niños y adultos, devolviéndoles la alegría a los adultos y su capacidad para producir.

En Fudem, cada anteojo que alguien compra, cada cirugía y cada tratamiento de especialidad que contratan nos ayuda a devolverle la visión a quienes más lo necesitan.

Por eso nuestro lema es y será…

“Que nadie se resigne a no alcanzar sus sueños porque no puede ver.”